sábado, 2 de enero de 2016

Nellie Solange Strong Hertz, descanse en Paz

   El 3 de Octubre de 2015 falleció en Ashburn (Virginia, EE.UU.) la gran escritora católica geocentrista y antievolucionista Nellie Solange Strong Hertz, tenía 95 años. Nellie Solange fue toda su vida una escritora audaz, de una raza que desgraciadamente escasea en nuestros tiempos. Empleó su larga vida en batallar mediante sus acertados artículos para desenmarañar los engaños y artilugios que los enemigos de la verdad han venido utilizando en la corrupción de las almas. Se dice de ella que fue la primera en reconocer abiertamente las aberraciones del Concilio Vaticano II. Siendo joven se forjó con sus escritos en varias revistas católicas americanas locales.
   
Nellie Solange, primeramente obtuvo el título universitario de Lenguas Clásicas, para posteriormente estudiar Ciencias Políticas, campo en el que se ha dicho que sus conocimientos sobrepasaban a los de la mayoría de políticos profesionales, en realidad ella siempre sustentaba sus juicios en las verdades y tradiciones de la Santa Madre Iglesia, lo cual ha quedado fielmente reflejado en sus obras que incluyen libros muy conocidos (en ambientes católicos tradicionalistas de USA) como The Star-Spangled Heresy: Americanism, Apostasy in America, Utopia: Nowhere, Now Here!, The Battle for Amerindia. Trágicamente su marido, Gustavo, desapareció como prisionero de guerra de los Viet Cong, entonces ella tuvo que hacerse cargo de sus cinco hijos, dedicándose a escribir en múltiples publicaciones locales, entre ellas el de Loudoun Times-Mirror, el Washington Evening Star, la Antiques-Magazine y otras; convirtiéndose en ese tiempo en una de las escritoras católicas de mayor renombre para numerosos periódicos americanos , tales como America, Immaculata, The Remanent en el que todavía escribía en el año 2014.

  Una biografía más extensa puede verse en la siguiente web relativa a su obituario:
   O en esta otra, publicada con ocasión de concederla el premio “Tower Of Trent- Hall Of Honor”:
   
  Uno de sus artículos más citados, incluso por varios científicos, es el titulado “Hell’s Amazing Grace”, del cual el Obispo Monseñor Williamson llegó a decir que es uno de los artículos más brillantes que ha leído en su vida. Este artículo yo no lo he visto en castellano por ninguna parte de internet, por lo que he decidido traducirlo como mi homenaje a tan preclara escritora, en lo que he optado por titular “la Anti-gracia del Infierno”.

La Anti-gracia del Infierno

     Para describir los efectos de la gracia de Dios en las almas, Santa Teresa de Ávila solía utilizar la analogía del agua. Así, en Las Moradas del Castillo Interior, nos explica: “No encuentro cosa más a propósito para declarar algunas cosas del espíritu que el agua; y esto es, como sé poco y el ingenio no ayuda y soy tan amiga de este elemento, que le he mirado con más advertencia que otras cosas; que en todas las que crió tan gran Dios, tan sabio, debe haber hartos secretos de que nos podemos aprovechar, y así lo hacen los que lo entienden, aunque creo que en cada cosita que Dios crió hay más de lo que se entiende, aunque sea una hormiguita”.

    Aunque tan común que la podemos encontrar hasta en el más humilde fregadero de cocina, difícilmente podremos hallar una substancia natural tan misteriosa como el agua, sobre la cual “el Espíritu de Dios se movía” incluso antes que la luz hubiera sido hecha, cuando “la tierra estaba informe y vacía”. Sin agua nada fue creado. Así como las aguas del río vivificante que salían de un lugar central para regar el paraíso” (Gen. I, 2-3; II,10), agua que ramificándose hacía fructificar la tierra entera, no sólo natural sino sobrenaturalmente. Consagrada por medio del Bautismo del Verbo Encarnado en el Jordán y brotando del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo tras Su muerte en la Cruz, el agua se convirtió en el medio dispuesto por Dios para aportar vida divina a las almas.

   Lucifer, destinado a imitar a Dios y queriendo ser como Él, hubo de elegir un elemento natural similar para llevar las almas a la muerte. Nuestra Señora, en La Salette, predijo: “Habrá extraordinarias maravillas en cada lugar porque la verdadera fe se habrá extinguido, y una falsa luz iluminará el mundo”. Esta falsa luz, fuente de maravillas de los últimos tiempos, puede ser fácilmente rastreada hasta Lucifer, cuyo nombre significa "portador de luz", Y cuya vocación desde el principio había sido iluminar y dar ‘energía’ a la creación de las alturas de los cielos. Mientras que Dios redime a la humanidad mediante el agua en el sacramento del Bautismo, ahora parece que el ángel caído ha diseñado intencionadamente lograr su condenación por medio de la electricidad. Esta poderosa fuerza, sacada desde la nada por las divinas palabras “Hágase la luz”, después de que el agua ya existiera, podría servir a Lucifer de anti-gracia.

  Impregnando el universo antes que el sol fuera creado en el cuarto día, el electromagnetismo no puede ser malo en sí mismo, pues la misma Escritura nos dice “Y vio Dios que la luz era buena”, pero como Príncipe de este mundo, Lucifer tuvo aparentemente la libertad para apropiarse de ella para sus propios fines. Todavía algunas personas de edad ya muy avanzada pueden recordar haber pasado su juventud sin electricidad. Durante miles de años muchas generaciones han vivido felizmente sin ella, confiando en la mecánica simple y en la potencia del agua para proveerse de las comodidades básicas, cuando repentinamente, con el embate del Iluminismo del siglo decimoctavo, la electricidad fue convirtiéndose en una necesidad.

  Sin electricidad, ahora ya no se considera posible la existencia civilizada. Civilización ahora significa electrificación. Si todavía el agua figura como una fuente poderosa, es porque con ella se puede producir corriente eléctrica de forma masiva. Usurpando el papel del Espíritu Santo como paráclito y consolador, la electricidad es la auténtica alma de la ciudad del hombre, el elixir indispensable del progreso. Por medio de “marca-pasos” mecánicos instalados por electricistas vestidos con ropaje de cirujanos, sería incluso posible suplir el trabajo de los corazones humanos.
   A costa de la afición pecadora del hombre, Lucifer por fin se encuentra en condiciones de llevar a buen término lo que no pudo realizar en Babel, allí donde el hombre fue tentado por primera vez a optar por lo artificial. “Fabriquemos ladrillos y cozámoslos con fuego”, decidieron, determinados a mejorar la madera natural y la piedra que Dios les había proveído como materiales para la construcción. En nuestros días, con la ayuda de la energía eléctrica, estos están siendo reemplazados por plásticos de cada concebible variedad, desde tejados de casas hasta zapatos y vestidos hechos de pieles artificiales y fibras. Los alimentos se están convirtiendo en productos químicos procesados. Planeando transformar la creación de Dios en una de su propia invención, Lucifer no tiene intención de pasar por alto ningún detalle.

  La dependencia de la sociedad moderna en la nueva energía excede la de cualquier droga aditiva. Culturas enteras han sido puestas a merced de quien controla la corriente. Primero enredada entre los cables, después entre los campos magnéticos, la humanidad está siendo empujada a alejarse cada vez más de la realidad. Perdiendo progresivamente el contacto con el mundo material de Dios, está desechando las últimas trazas de la imagen divina de en la que fue creada para tomar la configuración de la de Satanás. Este desgraciado ciudadano confeccionado bajo el patrón de la anti-gracia se transforma en un paria, automáticamente excluido de la vida común, donde las tareas más humildes ya no pueden realizarse sin ella.

  Los niños en la escuela ya no son capaces de realizar las más simples sumas si nos están equipados con calculadoras. En casa y en la oficina, en granjas y en fabricas, en bancos y en escuelas, en hospitales y en laboratorios, todos dependiendo de esta energía. Corporaciones internacionales, sistemas de transporte y comunicación, todos requiriendo su servicio para funcionar. En todo momento dando soporte al suministro para la mayoría del entretenimiento popular, la electricidad está también en el gobierno y registro de cada transacción financiera. Incluso los aviones no pueden volar sin usar computadores.

  No tiene precedentes un progreso material de esta clase en el trascurso de doscientos años lo que conlleva un conocimiento excepcional de los secretos de la naturaleza. El sueño de los hombres de Babel de alcanzar los cielos por medios físicos, que ellos esperaban conseguir con la construcción de una torre “cuya cima llegue hasta el cielo” (Gen XI, 4) ha sido revivido por las posibilidades ilimitadas de los viajes espaciales. Infectado por el propio deseo de Satanás de elevarse por encima de su lugar asignado, el hombre ahora se une a él no sólo para volar por encima de la tierra, sino por aquellas altas regiones más allá de nuestro mundo que los Padres de la Iglesia nos dicen que se convirtieron en el hábitat de los ángeles caídos tras su expulsión del cielo. ¿Qué mejor prueba de la quasi-irreversibilidad de la Gran Apostasía ahora en expansión imparable?

 (“Hell’s Amazing Grace”, por la escritora católica Nellie Solange Strong Hertz)